LEYES Y MÁS LEYES - PENAS Y MÁS PENAS

"Estuve preso y me fuisteis a visitar. Ama a tu prójimo como a ti mismo", ¿Dónde quedaron estas palabras?

Me parecen lamentables todas estas reformas apresuradas en momentos electorales. Una vez fenecido el vetusto sistema inquisitivo que nos rigió, con entusiasmo y decisión he tratado de adentrarme en los principios del derecho penal y en el derecho de los jóvenes, intentando dar algo a favor de la gente necesitada, especialmente a aquellos a quienes una parte cruel de la sociedad rechaza cual si fueran ratas infecciosas. Lamento esta verdadera insistencia por dictar leyes y más leyes que dan penas y más penas, que a poco andar resultan con defectos evidentes y cuyos resultados en el tiempo, no sería raro, lamentaremos. Las penas de 10 años para menores, me parecen hasta un pecado, pero en fin, son las reglas del juego democrático.

Algunas leyes se dictan con incongruencias, el novel Código Procesal Penal ha tenido varias reformas y viene otra. La ley de Tribunales de Familia, vigente desde este mes, ya viene modificada por la ley de violencia intrafamiliar, ésta última señala una vigencia anterior a su publicación. Se ha fijado como procedimiento el simplificado para juzgar a menores con discernimiento, pudiendo aplicarse incluso a crímenes atroces lo que demuestra una falta de prolijidad enorme.

Una ley modificó el Código Penal desconociendo la realidad física y conductual del pueblo al fijar la edad para tener sexo consentido en los 14 años, cuando la menarquia en nuestras mujeres se da, en términos generales, a los 12 años, lo que ha producido situaciones absurdas, como que una menor se case con su “violador” impropio de quien está enamorada y luego no puede tener relaciones con él pese a estar casados para que su marido no incurra en violación o que otro joven imputado en un caso de la misma especie, se suicide. La ley a esa joven, le permite ser apta para casarse pero no para tener sexo con su marido y ahora una nueva ley hace responsable criminalmente a menores, a contar de los 14 años.

Los jueces imbuidos por su vocación de un loable espíritu de justicia muchas veces incomprendido, tienen que buscar caminos y sanos recovecos para hacer algo de justicia en la medida de lo posible, y están abriendo las puertas al error de prohibición que antes era algo muy restringido. Ello ante la impericia al dictarse algunas leyes, con asesoría quizás de quién, creo que principalmente de gente muy teórica.

En otra materia, personalmente creo que está bien impedir que los padres castiguen abusivamente a sus hijos y que les causen perjuicios, sean físicos o psíquicos, pero no a los extremos que ha establecido la ley en que poco menos que cualquier padre o madre pueda ser llevado a juicio por dar reprimendas a sus hijos. Ese aforismo popular de que una palmada administrada a tiempo puede ser mejor que cien discursos, no se recomienda para ser aplicado, pero no se puede desconocer que se acerca más a la realidad de nuestro mundo, donde tenemos por miles los pobladores muy pobres, con escasa o nula escolaridad, que llegan a su casa muy cansados, para encontrarse con 7 hijos o más y su mujer que también viven con las peores carencias. En esos casos, no resulta lógico o al menos resulta muy teórico, por decir lo menos, exigir a ese padre o madre que actúe con alta psicología si uno de sus hijos menores está entrando en evidente mala senda. Lo menos que se puede esperar en esos casos es una reprimenda, descartando el abuso por supuesto. En esto vale más educar que dictar leyes. Tal vez para otros estoy en un error, pero creo que la ley no debe desconocer la realidad del pueblo y ponerse en un plano ideal como si estuviéramos en Suecia, Inglaterra o Nueva Zelanda. A poco tiempo veremos, a padres enjuiciados por tratar de corregir a sus hijos y luego a esos mismos hijos y sus madres tratando de sacarlos del juicio. Si es que en el ínterin esos hijos no están ya absolutamente perdidos.

Por otro lado, la ley de control de armas ha sido reformada dos veces en un año. La ley de tránsito ya fue reformada hace poco y ahora viene otra más. Hemos visto una nueva ley de drogas que, a mi juicio, encubiertamente quiso castigar hasta a los consumidores enfermos. Ahora se anuncia una ley del tabaco, que seguramente traerá algún delito, hay quienes quieren castigar hasta a los científicos por investigar ciertas materias. Para graficar, medio en broma y medio en serio, una persona que no haya estado en el país por diez años, si regresa corre el severo riesgo de caer presa sin saber por qué.

Se ha querido castigar con energía el hurto hormiga en los supermercados, incluso en grado imperfecto, pero nada se ha hecho por castigar criminalmente a los que ganan dinero cambiando la rotulación y fecha de vencimiento de los alimentos o mezclan carne casi putrefacta con otra más nueva para pasar gato por liebre, defraudando a sus clientes y poniendo en riesgo su salud.

En fin, estamos frente a una especie de psicosis por establecer nuevos delitos, agravar penas y se le saca el cuerpo a buscar verdaderas soluciones de fondo, como lo es el mejorar la situación de los más pobres, mejorar la escandalosa distribución de la poca riqueza que tenemos, mejorar la educación y otras.
La oscuridad y falta de amor al prójimo campean. A ratos me siento desilusionado. Dios me de fuerza.

JULIO CÉSAR MORALES NEYRA
JEFE DE ESTUDIOS
III REGIÓN DE ATACAMA

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